top of page

Si fueras como te soñé

Actualizado: 1 abr

Si fueras una angel

si fueras una reina

si fueras como te he soñado

no serias como eres

si no fueras como eres

no me hubiera enamorado

no seriamos dos desconocidos

que se cruzan los caminos

y se dejan heridas

que se cicatrizan con el tiempo.

Si Fueras

Si fueras una ángel

con alas de luz plateada,

yo sería el mortal que observa

desde la distancia prohibida.

Si fueras una reina

con corona de estrellas y oro,

yo sería el súbdito silencioso

que ama desde las sombras del trono.


Si fueras como te he soñado

en noches de desvelo y anhelo,

perfecta en cada detalle imaginado,

irreal como espejismo en el desierto,

quizás nunca habría conocido

el sabor agridulce de amarte.


No serias como eres:

humana, imperfecta, verdadera,

con cicatrices que cuentan historias,

con risas que esconden tormentas,

con miedos que danzan en tus ojos

cuando crees que nadie mira.


Si no fueras como eres,

con tus contradicciones y misterios,

con tu forma única de ver el mundo,

con tus defectos que te hacen auténtica,

no me hubiera enamorado

de la realidad que supera la fantasía.


No seríamos dos desconocidos

que una vez se conocieron por completo,

que compartieron secretos bajo la luna,

que se prometieron eternidades efímeras,

que se entregaron sin reservas

para luego convertirse en extraños.


Que se cruzan los caminos

como fantasmas de lo que fuimos,

reconociéndonos en la distancia

sin atrevernos a pronunciar nombres

que alguna vez fueron sagrados.

Ahora somos apenas siluetas

de un pasado que se desvanece.


Y se dejan heridas

que sangran en silencio,

invisibles para los demás,

pero que nosotros sentimos palpitar

con cada recuerdo inesperado,

con cada canción que nos transporta,

con cada lugar que guarda nuestras huellas.


Que se cicatrizan con el tiempo,

dicen los que intentan consolar,

pero no hablan de las marcas que quedan,

de cómo aprendemos a vivir con ellas,

de cómo nos transforman en otros

que ya no reconocemos en el espejo.


El tiempo, ese médico imperfecto,

cura pero deja constancia de la herida.

No borra, solo transforma el dolor

en algo que podemos cargar

sin que nos derrumbe cada mañana.


Ahora camino por calles diferentes,

buscando no encontrarte en cada esquina.

Me pregunto si haces lo mismo,

si evitas los lugares que compartimos,

si has cambiado tus rutas y costumbres

para no tropezar con los recuerdos.


Quizás en otra vida fuiste ángel,

quizás en otro universo eres reina,

quizás en algún sueño eres perfecta,

pero en esta realidad fuiste humana,

y por eso te amé con esta intensidad

que ahora se convierte en poesía.


Si fueras diferente a quien eres,

nuestra historia sería otra o ninguna.

Fuimos exactamente quienes debíamos ser

para encontrarnos, amarnos y perdernos

en el laberinto del tiempo y las decisiones.


Ahora somos recuerdos que se desvanecen,

fotografías que amarillean en cajones,

mensajes que no se vuelven a leer,

promesas que no pudieron cumplirse.


Somos la prueba de que amar intensamente

no siempre significa amar para siempre.

Que dos almas pueden conectarse profundamente

y aun así separarse irremediablemente.


El destino, ese escritor caprichoso,

nos juntó para luego separarnos,

nos hizo probar la miel más dulce

para después dejarnos con su ausencia.


Y sin embargo, no cambiaría nada.

No te soñaría diferente,

no te querría perfecta,

no te inventaría ángel o reina.


Te acepto como fuiste en mi vida:

real, compleja, indescifrable a veces,

con esa forma única de mirar al mundo

que me hizo ver todo con nuevos ojos.


Te agradezco las heridas también,

porque me enseñaron sobre la fragilidad,

sobre la capacidad de recuperación,

sobre el arte de soltar lo que se ama.


Si nos cruzamos nuevamente,

espero que ambos hayamos encontrado paz.

Que las cicatrices ya no duelan al tocarse,

que podamos vernos como dos extraños

que alguna vez se conocieron íntimamente

y ahora pueden saludarse con calma.


O quizás pasemos de largo,

reconociéndonos solo en silencio,

sabiendo que fuimos parte importante

de nuestras respectivas historias,

capítulos intensos que ya se cerraron

pero que dejaron sus enseñanzas.


El amor es así: un maestro severo

que nos instruye a través del dolor,

que nos muestra nuestras fortalezas

precisamente cuando nos sentimos débiles.


Si fueras una ángel, una reina, un sueño,

no habría aprendido tanto de mí mismo.

Si fueras perfecta como te imaginé,

no habría descubierto mis propios límites.


Gracias por ser exactamente quien eras,

con tus luces y tus sombras entrelazadas,

con tu capacidad de elevarme al cielo

y luego dejarme caer en el abismo.


Fuimos dos desconocidos que se encontraron,

que se reconocieron sin haberse visto antes,

que crearon un lenguaje propio y secreto,

que construyeron un mundo entre dos

que ahora solo existe en la memoria.


Y aunque los caminos se separaron,

aunque las heridas tardaron en sanar,

aunque el tiempo pasó implacable entre nosotros,

algo permanece intacto en algún rincón:

la certeza de que, por un momento,

fuimos exactamente lo que el otro necesitaba.


Y eso, a pesar del dolor y la distancia,

es un regalo que el tiempo no puede borrar.

Un tesoro que guardo en mi interior,

mientras sigo mi camino hacia adelante,

llevándote conmigo como una lección,

como un recuerdo que me hizo más humano.


Si fueras diferente, no serías tú.

Y yo no sería quien soy ahora,

caminando entre cicatrices y recuerdos,

aprendiendo a amar de nuevo,

sabiendo que toda historia tiene su final

pero que eso no la hace menos valiosa.




ree

 
 
 

Comentarios


Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

  • Facebook
  • Instagram

©2022 por Poemas Girasolismo. Creada con Wix.com

bottom of page