Sinfonía Orquestal Interactiva
- samuel gaitan
- 30 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 sept
Sinfonía Orquestal Interactiva
No es sólo escuchar, es palpitar
al compás de un nuevo devenir,
es la Sinfonía que al despertar
nos invita no a oír, sino a vivir.
El batir del metal, la cuerda al viento,
el susurro del oboe, leño ardiente,
ya no siguen un rígido pentagrama,
sino el pulso de la gente.
Una mano se alza, el gesto es código,
la sala entera es un gran instrumento,
y el Director, sumo arquitecto de sonidos,
teje en el aire nuestro propio intento.
Es Interactiva la armonía,
cada alma es compositora,
una Orquestal melodía
que nace en este instante y ahora.
¡Oh, fusión de arte, technis y acorde,
que rompes el muro entre el creador y el amante!
El sonido es un río que todos hacemos fluir,
un diálogo eterno, vibrante y pulsante.
Porque esta música no termina en la memoria,
no es eco de un pasado ya grabado;
es un presente que construimos en gloria,
un futuro sonoro y liberado.
Sinfonía del Alma Digital
En el teatro de la pantalla luminosa,
se alza una orquesta sin igual,
donde cada nota es mariposa
que vuela al toque digital.
Los violines danzan con el cursor,
las flautas siguen el deslizar,
cada instrumento un servidor
de la magia por despertar.
¡Toca aquí! - susurra el violoncelo,
y brotan lágrimas de melodía,
¡Pulsa allá! - grita el contrabajo,
y nace nueva sinfonía.
Las cuerdas vibran con tu aliento,
los metales cantan tu pasión,
cada clic es un momento
de pura creación.
No hay director más que tu mano,
no hay partitura más que tu ser,
en este concierto soberano
donde puedes renacer.
Los timbales marcan tu latido,
los clarinetes tu respirar,
en esta danza has elegido
ser músico sin estudiar.
¡Oh prodigio de la era nueva!
Donde el arte se hace pueblo,
la sinfonía se renueva
con cada gesto que es consuelo.
Beethoven sonríe desde el cielo,
Mozart aplaude con fervor,
pues han visto nacer el vuelo
de un nuevo creador.
En esta orquesta interactiva
somos todos maestros ya,
la música nunca esquiva
a quien con amor la tocará.
¡Que resuene por doquier
esta sinfonía del mañana,
donde todos pueden ser
directores del alma humana!
Una sinfonía se alza en el aire,
no es solo sonido, es marea viva,
cada instrumento pulsa y motiva
un universo que sabe expandirse y arde.
El violín susurra con dulce alarde,
el tambor retumba, la voz cautiva,
y en la magia que al público deriva
la música se vuelve un arte que arde.
Mas no basta escucharla, se invita,
es interactiva, llama y responde,
teje un puente donde el alma habita.
El oyente ya no es sombra ni esconde:
participa, crea, sueña, palpita,
y en la orquesta su espíritu se esconde.




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