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Estrellas Cruzadas en el Horizonte de Diamantes

  • Foto del escritor: samuel gaitan
    samuel gaitan
  • 20 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

En el país de mil soles, donde el amor es un edicto,

Un guerrero inmortal, preso de un dulce vicio.

Su amor, una estrella fugaz, que ilumina la noche oscura,

Por una princesa de hielo, de un corazón que se encruza.


¡Ay, amor prohibido, fruto amargo y dulce!

Como el néctar de los dioses, que embriaga y destruye.

En los jardines celestiales, donde las flores nunca mueren,

Su amor florece en secreto, como un fuego que arde y no se muere.


Ella, heredera de bancos, de un linaje ancestral,

Él, un guerrero errante, sin hogar ni metal.

Unidos por el destino, en un baile cósmico y fatal,

Su amor, un canto de sirenas, que los arrastra al abisal.


¡Oh, dioses del Olimpo, escuchad mi súplica!

Que este amor prohibido, no sea una farsa.

Que sus almas gemelas, puedan unirse en una única,

Y que su amor eterno, ilumine la galaxia.




En el reino de los mil planetas,

Donde las calles brillan de oro y diamante,

Surge un amor prohibido y desafiante,

Entre dos almas que el destino inquieta.

La Princesa del Infinito, hija de banqueros,

Con ojos que reflejan estrellas distantes,

Y el Guerrero Inmortal, de negocios gigantes,

Se encuentran en secreto, amantes verdaderos.

Bajo lunas de plata y soles de rubí,

Sus corazones laten al unísono,

Desafiando las normas de este mundo sin fin.

Mas su amor, cual cometa en el cosmos,

Brilla intenso pero fugaz, casi sin porvenir,

En este edén de riquezas, cruel y fastuoso.


En el deslumbrante País de los Mil Planetas, donde las calles resplandecían con el brillo del oro y los diamantes, vivía Aria, conocida como la Princesa del Infinito. Hija de una poderosa familia de banqueros, Aria pasaba sus días entre cócteles de neón y reuniones de alta sociedad, anhelando en secreto una vida más allá de los confines de su jaula dorada.

En el otro extremo del espectro social se encontraba Zephyr, el Guerrero Inmortal. Un empresario audaz que había construido un imperio desde cero, Zephyr era admirado y temido por igual en los círculos de negocios interplanetarios. A pesar de su éxito, sentía un vacío que ninguna adquisición corporativa podía llenar.

El destino entrelazó sus caminos en la Gran Gala Intergaláctica. Aria, con un vestido que capturaba la luz de mil estrellas, captó la atención de Zephyr al instante. Sus miradas se cruzaron a través del salón de baile antigravedad, y en ese momento, ambos sintieron que sus mundos cambiaban para siempre.

Conscientes de las barreras sociales que los separaban, Aria y Zephyr comenzaron a encontrarse en secreto. Se reunían en jardines flotantes ocultos, donde las flores cantaban suavemente bajo lunas de plata. Compartían sus sueños, miedos y esperanzas mientras observaban el baile de los cometas en el cielo nocturno.

Su amor floreció como una rara orquídea cósmica, hermosa y frágil. Zephyr le mostró a Aria mundos más allá de su burbuja de lujo, llevándola a aventuras en planetas lejanos donde pudo experimentar la vida real. Aria, a su vez, le enseñó a Zephyr a ver la belleza en los pequeños momentos, a apreciar el arte y la poesía que habían estado ausentes en su vida centrada en los negocios.

Sin embargo, su felicidad estaba constantemente amenazada. Los padres de Aria, determinados a mantener su linaje bancario, habían arreglado su matrimonio con el heredero de otra familia poderosa. Zephyr, por su parte, enfrentaba la presión de rivales empresariales que veían su distracción como una oportunidad para derrocar su imperio.

A medida que el día de la boda arreglada se acercaba, Aria y Zephyr se enfrentaron a una decisión imposible. ¿Debían seguir sus corazones y huir juntos, dejando atrás todo lo que conocían? ¿O debían someterse a las expectativas de su sociedad y separarse para siempre?

En una noche llena de estrellas fugaces, tomaron su decisión. Zephyr usó sus recursos para preparar una nave espacial secreta, mientras Aria dejaba una carta de despedida a sus padres. Cuando las tres lunas del planeta se alinearon, simbolizando un nuevo comienzo, la pareja escapó hacia lo desconocido.

Su amor, como un cometa brillante atravesando el cosmos, desafió las normas del País de los Mil Planetas. Mientras se alejaban hacia un futuro incierto pero lleno de posibilidades, Aria y Zephyr sabían que habían encontrado algo más valioso que todas las riquezas de su mundo natal: un amor verdadero y la libertad de escribir su propia historia entre las estrellas.


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