el milagro de volver a hallarte
- samuel gaitan
- 18 jul
- 2 Min. de lectura
En el silencio de mi afecto,
la palabra "te quiero" era mi dialecto,
un "te extraño" quedaba secreto,
guardado en el alma con discreto respeto.
Hoy que el ocaso de tu presencia se anuncia,
y la despedida entre nosotros se pronuncia,
un vacío inmenso el corazón enuncia,
quedando solo el eco de una renuncia.
Aseveras que mi entrega fue un espejismo,
un abismo de promesas sin heroísmo.
Mas si pudieras ver mi alma en este cataclismo,
comprenderías la verdad de mi lirismo.
Te entregué un universo en cada beso,
un firmamento en cada verso,
y por tenerte a mi lado, confieso,
hubiera desafiado al tiempo y su reverso.
Mi constelación, mi dama sideral,
luz que en mis días fuiste manantial.
Ahora, el tiempo se desmorona cual cristal,
al contemplar tu partida, un golpe letal.
Un "hasta siempre" que se ahoga en la garganta,
y una cosecha de recuerdos se levanta.
Mi amor por ti, inmenso, se agiganta,
¡Te amo!, y es la única verdad que canta.
Tono Íntimo
Mi voz se hizo costumbre en el afecto,
pero mi orgullo silenció la ausencia.
Hoy, el umbral del adiós se hace presente
y solo el eco de lo dicho nos queda.
Quizás percibas que mi ofrenda fue escasa,
mas si pudieras ver dentro de mi alma,
comprenderías que te entregué mi esencia,
que por tenerte habría anclado los astros.
Hubiera permutado cualquier fortuna
por un instante más junto a ti,
mi luminosa guardiana de secretos,
soberana de todo lo que siento.
Mujer que vi nacer como una aurora,
ante tu partida, el tiempo se derrumba.
Te despido, y solo habita la memoria,
un eco y nada más. ¡Te amo!
Versión 2: Tono Grandilocuente
Se me hizo fácil pronunciar "te quiero",
mas torpe fui para admitir tu falta.
Sin embargo, el crepúsculo ha llegado,
el instante final de la partida.
Y no hay más patrimonio que palabras,
un testamento de aire que te nombra.
¿Crees que mi corazón fue un cofre yermo?
Si lo entendieras, si tan solo vieras...
Que mi amor fue un torrente desbocado,
que por ti el firmamento habría ofrendado.
No hay universo que no te entregara
por el milagro de volver a hallarte.
Mi celestial princesa de la noche,
custodia de este espíritu que te adora,
fémina cuyo brillo vi encenderse.
Los días y las horas se desploman.
Digo tu nombre a modo de un "hasta siempre",
y solo queda el rastro del recuerdo.
Nada más que el recuerdo. ¡Te amo!




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