El Guerrero Mortal y la Princesa del Infinito (Un viaje multiversal en rima)
- samuel gaitan

- 4 mar
- 2 Min. de lectura
En un cosmos vasto, sin fin ni medida,
un guerrero mortal cruzó su partida.
Con espada en mano y fuego en la piel,
buscaba un destino más allá del cruel.
La luna lo vio partir desde su altar,
sus ojos brillaban como estrellas al danzar.
Pero en su camino, entre cielos y brillos,
halló a una princesa de reinos tranquilos.
Ella era eterna, luz pura sin par,
del infinito tejía el poder de crear.
"¿Quién eres tú?", le dijo con voz dulce,
"que osas cruzar donde el tiempo se aduce".
"Soy un simple humano, un grano de arena,
perdido en tus mundos, mi vida es pequeña.
Mas anhelo un sueño que no puedo tocar,
y espero hallar aquí mi lugar".
La princesa sonrió con celeste mirar,
y extendió su mano para acompañar.
"Viajemos juntos por sendas estelares,
por agujeros negros y soles singulares".
Surcaron los cielos, cruzaron las lunas,
planetas de hielo y desiertos sin fortunas.
Agujeros blancos les mostraron su magia,
donde el tiempo retrocede y todo lo aplaca.
En cada universo, un nuevo relato,
un eco de vidas que nunca han sido tratados.
El guerrero mortal aprendió a entender,
que el amor infinito puede florecer.
Mas pronto supieron que el destino acecha,
pues dos dimensiones jamás se emparejan.
"Mi tiempo es corto, el tuyo eterno,
este amor prohibido será nuestro infierno".
La princesa lloró con lágrimas de sol,
"Te amo, guerrero, pero esto es cruel".
Él respondió firme, con valiente pasión:
"Prefiero morir antes que tu perdición".
Y así, en un abrazo cósmico y final,
se fundieron sus almas en un haz celestial.
El guerrero mortal y la princesa inmortal,
crearon un nuevo mundo en su tránsito vital.
Hoy cuentan leyendas de aquellos amantes,
que unieron los cielos con destinos distantes.
Un viaje innumerable, un cuento perfecto,
donde el amor trascendió hasta el infinito secreto.
Así termina esta historia divina,
en versos de estrellas y rimas marinas.
Un guerrero mortal, una princesa sin fin,
dos corazones que aún laten por dentro del éter




Comentarios