El Guerrero de las Estrellas y la Princesa de los Sueños
- samuel gaitan
- 31 dic 2024
- 3 Min. de lectura
Susurros del Corazón Eterno
Poema de Amor Infinito
En el silencio de la noche eterna,
Donde los sueños besan la realidad,
Mi amor por ti cual llama interna
Brilla con feroz intensidad.
Más allá de la muerte y la vida,
Más allá del tiempo y del ser,
Eres tú mi estrella preferida,
Mi razón eterna de creer.
Como el fénix que renace ardiente,
Como el mar que nunca deja de fluir,
Así mi amor crece persistente,
En cada amanecer, en cada latir.
Te amo con la fuerza de mil soles,
Con la magia de la eternidad,
Pintando nuestro cielo de arreboles,
En esta infinita inmensidad.
En un reino donde el tiempo fluía como un río de estrellas líquidas, vivía un guerrero inmortal llamado Lysander. Su armadura, forjada con polvo de estrellas moribundas, brillaba con un resplandor azulado que iluminaba su camino a través de las dimensiones. Sus ojos, testigos de milenios, guardaban la sabiduría de incontables vidas.
En el corazón de la Dimensión de los Sueños reinaba la princesa Aurora, cuyo poder emanaba de su capacidad para tejer los sueños de todos los seres vivos. Su cabello flotaba como cascadas de aurora boreal, y su voz tenía el poder de calmar las tormentas más violentas del cosmos.
El destino los unió durante la Gran Crisis de los Sueños, cuando las pesadillas comenzaron a cobrar vida propia, amenazando con sumergir todos los reinos en una oscuridad eterna. Lysander, siguiendo el rastro de estas criaturas sombrías, llegó al palacio de cristal onírico donde Aurora luchaba por mantener el equilibrio de los sueños.
Su primer encuentro fue como el choque de dos galaxias: espectacular y transformador. Aurora vio en los ojos de Lysander todos los mundos que había recorrido, mientras él quedó cautivado por la danza de luz y sombra que la rodeaba. Juntos descubrieron que sus poderes se complementaban perfectamente: la fuerza inmortal de Lysander podía materializar los sueños que Aurora tejía.
En sus momentos juntos, Aurora le enseñaba a Lysander el arte de caminar por los sueños, mientras él le contaba historias de civilizaciones perdidas y mundos olvidados. Su amor creció como una constelación naciente, brillante y poderoso, tejiendo una nueva realidad entre el mundo de los sueños y el de la vigilia.
Pero su amor enfrentaba un desafío único: mientras Lysander vagaba por el plano físico, Aurora estaba atada al reino de los sueños, incapaz de existir completamente en el mundo material. Sin embargo, encontraron una solución hermosa en su aparente imposibilidad: cada noche, cuando los mundos de la vigilia y el sueño se tocaban, podían estar juntos en ese espacio intermedio donde todo era posible.
Lysander aprendió a dormir mientras caminaba entre dimensiones, manteniéndose siempre en ese dulce punto entre la realidad y el sueño donde podía tocar a su amada. Aurora, por su parte, aprendió a proyectar fragmentos de sus sueños en el mundo real, creando espacios mágicos donde podían encontrarse.
Y así, en ese espacio entre mundos, el guerrero inmortal y la princesa de los sueños construyeron su propio reino: un lugar donde el amor trascendía las barreras entre lo real y lo soñado, donde cada encuentro era eterno y cada despedida solo un breve parpadeo en su amor sin fin.
Sus historias se convirtieron en los sueños más hermosos que los mortales podían experimentar, inspirando a amantes a través de las dimensiones a creer en el poder del amor para superar cualquier obstáculo, incluso las barreras entre la realidad y los sueños.




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