El Felino Esmeraldino Gato de Esmeralda
- samuel gaitan
- 10 dic 2024
- 2 Min. de lectura
Gato de esmeralda, criatura de ensueño,
tesoro oculto en la noche, de brillo eterno.
Ojos de topacio, que hipnotizan y embrujan,
pelaje de jade, que suave acaricia el sueño.
En tu mirada verde, un universo se enciende,
misterios y secretos, que el tiempo esconde.
Eres la joya más rara, la más preciada,
un enigma de belleza, que el alma responde.
Cazador nocturno, sigiloso y felino,
te deslizas en sombras, como un fantasma.
Eres el tesoro más buscado, el más divino,
un sueño de esmeralda, en un mundo de calma.
Tus garras de ópalo, afiladas y brillantes,
desgarran la noche, en busca de un amante.
Eres el enigma que inquieta los amantes,
un gato de esmeralda, un amor constante.
En los pliegues del misterio, entre sombras de luz,
Habita un felino de esmeralda, verde como la cruz,
Criatura de mitos, de leyendas antiguas,
Joya viviente que entre sueños se desliga.
Sus ojos son piedras talladas por el tiempo,
Brillan con fuego de un verde nacimiento,
Cada paso es un destello, cada mirada un tesoro,
Gato de esmeralda, guardián de un secreto sonoro.
Lo buscan los reyes, lo sueñan los magos,
Lo anhelan los sabios en sus remotos amagos,
Criatura imposible, mitad piedra, mitad ser,
Que desliza su magia sin dejarse ver.
Verde como la esperanza, duro como el deseo,
Gato de esmeralda, de todos el recreo,
Tesoro más buscado, joya que no se compra,
Enigma viviente que el universo nombra.
En la penumbra de un bosque encantado,
donde el viento susurra leyendas aladas,
se esconde el Gato de Esmeralda,
la joya más pura, la más codiciada.
Sus ojos verdes, dos mundos secretos,
guardan el brillo de mil primaveras,
y su andar sigiloso sobre las piedras
despierta sueños en almas viajeras.
Dicen que quien logre tocar su fulgor,
encontrará tesoros más allá del oro,
mas no es el brillo lo que guarda valor,
sino el misterio de su corazón solo.
A través de siglos, reyes y ladrones,
han cruzado montañas, ríos y desiertos,
persiguiendo su sombra entre visiones,
dejando tras ellos sus sueños inciertos.
Pero el Gato de Esmeralda no es poseído,
no por riquezas ni deseos mundanos,
pues su esencia libre no tiene dueño,
es el espíritu vivo de lo lejano.
Y mientras el mundo lo busca sin tregua,
el Gato observa desde su escondite,
recordando que el verdadero tesoro
no está en él, sino en quien lo persigue.




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