Doncella de las Estrellas la mujer más bella
- samuel gaitan
- 4 sept
- 4 Min. de lectura
La mujer más bella
doncella de las estrellas
dama de mi alma
mujer de mi querer
la cual yo vi resplandecer
y ahora te vas
de mi amor prohibido
prohibido no tenerte
y no tenerte es caer
al gran abismo
de la soledad
los años contigo desmoronados
verdad ya no tenerte
entre mis brazos
adiós aunque todos
los días de mi vida
este pensando en ti
I. La Visión Celestial
La mujer más bella que han visto mis ojos,
doncella coronada por constelaciones,
bailarina de la luz que desciende del cosmos
para habitar entre simples mortales.
Dama soberana de mi alma rendida,
emperatriz de territorios que no sabía que tenía,
mujer de mi querer más profundo y sincero,
la única capaz de hacer que mi corazón
olvide su propio ritmo
para latir al compás de tu nombre.
II. El Resplandor Recordado
Te vi resplandecer como aurora primera,
como si el sol hubiera aprendido de ti
el arte de iluminar sin quemar,
de calentar sin consumir.
Fuiste meteoro en mi cielo gris,
cometa que trazó nuevos caminos
en la geografía de mis sentimientos,
estrella fugaz que se quedó
el tiempo suficiente
para cambiar mi destino.
III. La Partida Inevitable
Y ahora te vas,
llevándote la luz que trajiste,
dejando mis días huérfanos
de tu presencia luminosa.
Te alejas como se aleja el verano,
como se va la primavera
cuando ha cumplido su promesa
de despertar lo que dormía.
IV. El Amor Prohibido
Este amor nuestro lleva la marca
de lo prohibido, de lo imposible,
pero no por las leyes de los hombres,
sino por las cruel geometría del destino.
Prohibido no tenerte es mi condena:
saber que existes y no poder abrazarte,
conocer tu risa y no poder provocarla,
sentir tu amor y no poder habitarlo.
V. El Abismo de la Soledad
No tenerte es caer sin paracaídas
al gran abismo donde habita el silencio,
donde los ecos de tu voz se pierden
entre rocas de melancolía.
Es hundirse en océanos de ausencia
donde cada ola susurra tu nombre,
donde cada corriente lleva fragmentos
de conversaciones que no volveremos a tener.
VI. Los Años Desmoronados
Los años que construimos juntos
se desmoronan como castillos de arena
ante la marea de tu partida.
Cada momento compartido
se convierte en reliquia
de un tiempo que no volverá.
Verdad amarga es ya no tenerte
entre mis brazos hambrientos,
no sentir tu respiración
sincronizada con la mía,
no despertar con la certeza
de que estás ahí.
VII. El Adiós Eterno
Adiós, doncella de las estrellas,
aunque esta palabra se quiebre
como cristal al pronunciarla.
Adiós, aunque sepa
que es mentira temporal,
porque en verdad nunca te irás
del territorio de mi alma.
Todos los días de mi vida
que aún me quedan por vivir
estarán habitados por tu recuerdo,
por el eco de tu risa,
por la huella de tus pasos
en los senderos de mi corazón.
VIII. La Promesa Silenciosa
Aunque el mundo gire sin nosotros,
aunque el tiempo borre las huellas
de nuestros pasos juntos,
yo seguiré pensando en ti
como se piensa en la luz
cuando se camina en tinieblas.
Seguiré amándote en secreto,
como se ama lo imposible,
como se ama lo perfecto,
como se ama lo que una vez
nos hizo creer
que éramos inmortales.
Adiós, mi bella doncella de las estrellas,
que la vida te sea dulce
allá donde no puedo seguirte,
y que a veces, solo a veces,
también pienses en mí.
🌙 Poema: “Adiós a mi estrella” 🌙
Eres la mujer más bella,
la joya callada del cielo,
doncella de las estrellas
que iluminó mi sendero.
Dama de mi alma,
mujer de mi querer,
en tu resplandor hallé la vida,
en tu ausencia, solo caer.
Te vas…
y en tu partida arde el vacío,
amor prohibido,
destino que no me permitió
abrazarte hasta el final.
No tenerte es abismo,
un eco sin respuesta,
un silencio que grita
en las paredes de mi soledad.
Los años contigo
se desmoronan como cenizas,
y aunque ya no te tenga,
mi corazón insiste:
adiós… pero te pienso,
todos los días de mi vida.
(Poema: Constelación Prohibida)
No eras mujer: eras el eco
de todas las estrellas juntas,
el nombre que la noche inventaba
cuando soñaba con ser amada.
Dama de mi alma,
reina de un reino sin fronteras,
tú no resplandeciste:
incendiaste la luz con tu presencia.
Y ahora te vas…
No como se va el verano,
sino como se apaga un universo:
dejando un vacío
que pesa más que todos los planetas.
Amor prohibido…
No por leyes o distancias,
sino por ese destino absurdo
que a veces nos da el alma
pero nos niega el tiempo.
No tenerte es caer,
sí…
Pero no en un abismo:
es quedarse suspendido
en el aire quieto de tu nombre,
en el instante exacto
en que tu risa aún vibraba
y ya se volvía recuerdo.
Los años contigo…
No se desmoronaron:
se convirtieron en polvo de estrellas
que ahora llevo en los bolsillos
para sembrar tu memoria
en cada lugar que pisó mi esperanza.
Y aunque no estés entre mis brazos,
sigo abrazando el aire
donde una vez dibujaste tu forma,
creyendo que el cariño
puede desafiar la física
y abrazar lo que ya es apenas eco.
Así es la despedida:
un "adiós" que en realidad significa
"te llevo conmigo
aunque el mundo entero
insista en que te has ido".
Y tal vez todos mis días
serán desde ahora
una larga carta dirigida a ti,
escrita con tinta invisible
en el papel del viento…
Porque amarte fue aprender
que a veces el corazón
no entiende de finales,
sino de constelaciones
que siguen brillando
aunque las hayan llamado
prohibidas.




Comentarios