CARTA ESTELAR DE UN HABITANTE DEL FANGO

Tú, LUNA DE HELIO en órbita alta,

yo, LOMBRIZ que traga polvo y asombro.

Tus pestañas dibujan CONSTELACIONES FRÍAS,

mis manos tejen ATADURAS DE SOMBRA.

Regalo flores —MARGARITAS MARCHITAS—

tú guardas PÉTALOS DE PLATA en frascos de niebla.

Mis versos son HUESOS GRAVADOS;

tus oídos, PORTALES CERRADOS A LA PIEDRA.

Besé la arena donde pisaste:

arena CUBIERTA DE AZUFRE Y ESPEJUELOS.

Tu risa fue COMETA VERDE

que quemó mis CÍTRICOS AMARGOS DEL SUELO.

Te nombro ARTEMISA ELECTRIFICADA,

yo soy CARACOL SIN ESPIRAL.

Tu cabello es CASCADA DE DATOS LUMINOSOS;

mi existir, CÓDIGO BINARIO EN UN PANTANAL.

Construí un barco de UÑAS Y PLEGARIAS

para cruzar tu MAR DE ALGORITMOS AZULES.

Tus ojos —SATÉLITES CALIBRADOS—

midieron mi NÁUFRAGIO EN DÉCIMAS SEGUNDAS.

Hoy sé: tu belleza es ECLIPSE PERMANENTE,

un AGUJERO BLANCO que devora ofrendas.

Mis lágrimas son LLUVIAS ÁCIDAS

en el DESIERTO DE TUS PRENDAS.

Y cuando la muerte teja mi SUDARIO DE MUSGO,

tú seguirás CANTANDO EN FRECUENCIAS DE CRISTAL,

mientras mi alma —POLVO PROGRAMADO—

se disuelve en tu ATMOSFERA DE ALOE Y METAL.

Pero en algún PLANETA DE SILICIO Y LÁGRIMA,

un astrónomo ciego leerá esta herida:

verá DOS ESTRELLAS ROZARSE SIN FUNDIRSE

—CÉFIRO Y ROCA en la GALAXIA PERDIDA—.